Los días 26 y 27 de agosto de 2025, el Centro Internacional para la Prevención de la Criminalidad (CIPC) celebró su segunda escuela de verano, dedicada a un tema central: la crisis de confianza entre la población y las instituciones.
Durante dos medias jornadas, que reunieron a cerca de cincuenta personas, el CIPC congregó a investigadores e investigadoras, estudiantes y profesionales de la salud, la educación, la seguridad pública, la justicia, el ámbito comunitario, así como a representantes de entornos institucionales y municipales. Juntos analizaron las dinámicas de desconfianza, compartieron experiencias concretas y propusieron líneas de acción para construir relaciones de confianza duraderas.
Desde la apertura, el equipo del CIPC presentó los objetivos de la escuela de verano: crear un espacio de diálogo, cruzar miradas científicas, ciudadanas y profesionales, y reflexionar colectivamente en torno a soluciones arraigadas en las realidades locales.
Día 1 – Explorar los múltiples rostros de la desconfianza
La tarde del 26 de agosto se inauguró con una serie de presentaciones y testimonios.
Janny Montinat y Alexis St-Maurice, analistas y encargados de proyectos en el CIPC, ilustraron cómo la desconfianza se manifiesta en distintos contextos: comunidades locales, instituciones escolares, servicios sociales e incluso en la investigación. Mostraron que la confianza no puede imponerse: se gana y se construye de manera progresiva.

Michelle Côté, asesora científica en el CIPC, puso de relieve los factores muchas veces invisibles detrás de la confianza y la desconfianza hacia las instituciones, apoyándose en datos provenientes de encuestas de Quebec, Canadá e internacionales. Insistió en las condiciones que favorecen intervenciones preventivas exitosas: agilidad, flexibilidad, equidad y apertura.

Marylin Coupienne, asesora jurídica de la FMHF, cuestionó el papel del derecho y de las instituciones de protección de la niñez en la crisis de confianza actual. Subrayó los callejones sin salida que crean las lógicas de intervención demasiado centradas en la prueba y la culpa, en detrimento del vínculo de confianza con las familias.

La jornada concluyó con discusiones abiertas entre los y las participantes, seguidas de un cóctel de networking que prolongó los intercambios.
Día 2 – Repensar los vínculos con las instituciones
La mañana del 27 de agosto, los participantes profundizaron la reflexión mediante conferencias y una mesa redonda.
Victor Armony, profesor en la UQAM e investigador en el CRIDAQ, abrió la jornada analizando la desconfianza y el recelo que marcan las relaciones entre la policía y las minorías racializadas. Explicó que existe un círculo de desconfianza recíproca: cuanto más la policía interviene con ciertos grupos, más crece la desconfianza de estos, lo que genera nuevas intervenciones.

Carl Lacharité, profesor emérito en la UQTR, aportó la perspectiva de las familias sobre sus interacciones con las instituciones de servicios. Mostró que la confianza y la desconfianza se construyen a lo largo del desarrollo del niño y en la calidad del diálogo con los y las profesionales. Recordó también que la desconfianza no siempre es un signo de ruptura social, sino que puede ser una estrategia adaptativa legítima frente a instituciones percibidas como distantes o intrusivas.

Finalmente, un panel de clausura reunió a todos los ponentes incluyendo a Pierreson Vaval, fundador de organizaciones como Équipe RDP y la coalición POZÉ. En conjunto, recordaron la importancia de acompañar a las familias y comunidades en sus interacciones con las instituciones, con el fin de transformar situaciones de desconfianza en espacios de diálogo.

Asimismo, insistieron en la necesidad de reconocer las responsabilidades compartidas, resistir al desánimo y adaptar nuestras formas de actuar ante las transformaciones sociales y tecnológicas, en particular con la aparición de la inteligencia artificial.
Un espacio de aprendizaje colectivo y de acción
Al organizar esta escuela de verano, el CIPC ofreció a los participantes un espacio privilegiado para intercambiar, confrontar puntos de vista e identificar soluciones concretas a los desafíos de confianza que atraviesan nuestras instituciones.
Esta escuela de verano demostró que la confianza es a la vez un desafío de datos, de prácticas y de relaciones humanas. No puede imponerse desde arriba: se construye en la experiencia cotidiana, a través del reconocimiento mutuo, la participación activa de la ciudadanía y de las comunidades, y el compromiso de las instituciones de trabajar con —y no solo para— quienes atienden.