
Las reformas policiales surgen en contextos diferentes. Pueden ser desencadenadas por el aumento de los niveles de delincuencia y violencia. A veces, pueden derivarse de un proyecto de reforma más amplio, como los intentos de modernizar el Estado o los esfuerzos por democratizar el sector de la seguridad en las sociedades que han sufrido un conflicto y en transición. En otros casos, están relacionadas con acontecimientos particulares, con resultados de investigaciones o con investigaciones -de los medios de comunicación, el poder judicial, el parlamento o la propia policía- que ponen de relieve aspectos problemáticos de la policía y de la labor policial que es necesario abordar.
El reciente asesinato de George Floyd por un agente de policía de los Estados Unidos en Minneapolis y una serie de casos de gran notoriedad que entrañan el uso de una fuerza desproporcionada, e incluso letal, por parte de la policía contra las minorías racializadas están poniendo una vez más en el punto de mira a las instituciones encargadas de hacer cumplir la ley. Por ello, los llamamientos para reformar la policía están aumentando de nuevo, no sólo en los Estados Unidos, sino también en otros lugares: en el Canadá, en Quebec, en Australia, en Nueva Zelandia, en Sudáfrica, en Kenya, en San Petersburgo, en Barbados, en Francia y en el Reino Unido. Esta vez, estas demandas se reúnen detrás de un nuevo lema: "Deshacerse de la policía". ¿Qué es lo que significa? ¿De dónde viene? ¿Qué hay de nuevo en esta idea? ¿Qué implica? ¿En qué se diferencia de los anteriores llamamientos a reformar o abolir la policía? En este informe de política, queremos examinar algunas de las principales demandas del movimiento actual y contribuir al discurso aclarando conceptos e ideas que a veces pueden ser confusos.